Téké del cortijo de la roca

Téké del cortijo de la roca        
sobre el matorral seco    
la caricia oscilante de la lavanda    
acompañar el día que cae.        
 
En el regazo del jefe    
Obiwan el perro    
hazlo hermoso    
boca abierta y lengua fuera.        
 
pasando por ahi    
cabello rebelde      
y el ojo salvaje    
buen augurio para un hermoso otoño.        
 
caída de las castañas    
en la losa de basalto    
bichos reventados y polvo arrojado
los niños se dejan llevar.        
 
En el hueco del sofá    
sordo a los gritos de indignación    
examinas y acreditas    
la complicidad de los intercambios francos.         
 
El acordeón descarado    
eleva la alegría y el romance    
cerca del tom-tom en la entrada    
¿Qué guarda Joe?.        
 
Y el acero en la planta del pie    
el aserrín roe los bolsillos    
sudor agrietado    
sombrero de ala ancha.        
 
de nuestras manos    
pañuelo ondulado    
en todo el mundo    
bienvenido el sol poniente.        
 
no hay dinero    
que la barbilla de la abuela    
polvo de oro estrellado    
espolvorear en la pared baja.        
 
muerde la salchicha    
en su mostaza marrón    
chatear al ritmo    
camisa abierta y elegante en la comisura de los labios.               

déjalo volver    
ser el faro de trabajos y días    
al borde de la felicidad    
a la hora señalada.        
 
saldo saldo    
la silla de las cuatro estaciones    
en la terraza de madera pintada    
al sonido de los grandes pájaros carpinteros.        
 
Ríete señores de la llanura    
del frizz de su risa    
se exhala el olor a nueces trituradas 
en una melodía de bastringue.        
 
Téké está feliz   
verdadero manitas   
en esta luminosa aventura   
a los rizomas de las cosas simples.
 
 
 
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