mi mano arrugada

   férula vituperante   
de tu voz
la estrella de nuestros amores
llorar de alegría
cuesta arriba
pendiente suave
de nuestro escape.

Asustado
con tanta ternura
el soldado giró su arma
bajo el abedul tembloroso
de otoño
asunción de la pelota
sin que la luna se apague.

Caminar
caminar al borde del acantilado
conformarse con poco
cierra tus ojos
el spray tan bajo
en el horizonte
de un sentimiento supremo.

llama al bedel
dile que me estoy muriendo
entre campanillas y arándanos
bajo el dosel estrellado
con una bóveda soberbia
que la tormenta hubiera refrescado
de su carruaje ruidoso.


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