heridas
Permanentemente
abierto al choque
Del paso del Michelin
Que los peregrinos acojan
Una flor de aciano en la mano.
en el muelle
maletas colocadas
Una mirada a las vigas
Revela el canto del pajarito.
quien mejor mejor
En el fresco de la mañana.
figura
En la Guinness de los excesos
Este extraño encuentro
del hombre del bure blanco
que espera
Tuvo que convertirse en un ángel.
los conejitos
Aplastado por el destino
Lloró el final de su vida
en la espesa hierba
de la ignorancia
Siguiendo los instintos.
todo fue en vano
Por la codicia de poseer
Este placer basura
Estirado como el arco
Hasta los lofts
De un desván con vigas carcomidas.
Bordeado en exceso
el camino de la primavera
Con dientes de león que brotan
Colocado en el medio
La viscosidad de los recuerdos dispersos
De un derramamiento de circunstancias.
borracho del sol
En auto-explosión ascensión
Medir sin medida
El techo podría colapsar
Con tantos adornos dentro
Que la vida parecía hermosa.
Y tan apropiado
Que el olvido en una toallita
Borrado a los dientes frágiles
Expectativas de la hazaña
Haber sido el niño con la mano extendida
Que solo el amanecer podría apoderarse.
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