Menú ráfagas de voz decir que estamos vivos y que importa su propia vida si el entrechat está presente baila sobre un lecho de narcisos en la primavera de una merienda con la hermosa desapego de la mente en osmosis con el encuentro con lo que hay a la auto elevación. Por el bien de ser verdad sin la preocupación de tener que demostrarlo en suave ascenso esta curiosa vida sin cabeza si no el deber de reflexionar la falta y la búsqueda sin aparecer la orilla opuestaen el silencio de ningún arrepentimiento.
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No estaba dispuesto a dejar estas huellas en la arena agujas de enebro picaron la palma la infancia lanzó sus ojos hacia el Plomb du Cantal mientras la mano tierna se posó en su hombro. Las cabezas de los cardos habían sido arrancadas el pastorcito corría detrás del rebaño que había cogido la mosca las gavillas pesaban sobre el gran mantillo el arco - en - el cielo levantó una discreta sonrisa detrás del terraplén. Sostuve el palo fuerte sacar las vacas del abrevadero escribir signos en la tierra desnuda y hazla silbar en el aire. La abuela huía de su cáncer salir en el frio codicioso su hombre hacer que el pequeño trabaje demasiado. El gallo antes de ser desangrado correctamente agitó sus alas vigorosamente y unas gotas de sangre del cuenco encendió los guijarros del establo. Gritar no era mi fuerte las bromas no ocurrieron ser azotado por el casillero era mi deber según el chubasco frío de este fin de verano. Pequeños barcos de corteza de pino navegó en el charco del camino el viento golpeaba las persianas contra la piedra negra había muchos espíritus en este lugar. plato de lentejas estaba descargando sus guijarros junto a la chimenea donde se secaban los trapos de cocina. Ponte sus zuecos y de cuatro en cuatro subo la escalera del sonido a la sala de ratas lleno de olor a puerco salado. El viento agonizaba
en corriendo por los trapilloux del desván Pierrot se iba a ir a Indochina hacia esta selva mil veces evocada sobre el linóleo de nuestro dormitorio parisino mi hermana y yo. 659